Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único. Así decía Agatha Christie la mejor escritora de novela policíaca del siglo XX, que nos hace disfrutar tanto con el misterio.

viernes, 9 de diciembre de 2011

El Equipaje del Rey José

A pesar de que no lo tenía planeado no he podido resistir a la tentación de hacer un comentario sobre el libro que leímos para clase de lengua castellana hace algunos días(o por lo menos lo tendríamos que haber hecho). Y es que estoy seguro de que este libro no ha dejado indiferente a nadie, y por supuesto a mí tampoco.
En primer lugar he de decir que me ha gustado el libro a pesar de que muchos de mis compañeros opinen lo contrario. La manera tan detallada con la que describe Galdós cada personaje, cada paisaje, cada acción me ha parecido fascinante. El pasaje cuando los guerrilleros y los ingleses atacan el convoy ha sido uno de los mejores trozos de narración que he leído en mi corta vida. Como relata la desesperación de la gente por huir, la artillería pasando por encima de la gente, el caos, la perdida de toda generosidad y el triunfo del egoísmo humano, como hasta el mismísimo rey huye a la desesperada... Galdós consigue meternos dentro de la historia y entender como el general Jourdan llegó a perder su bastón de mando, algo que un general debe defender con su vida. Ésto es lo que leva a Galdós sobre los demás escritores y lo sube al pedestal de los mejores de la literatura española.
En respuesta a muchas de las críticas de mis compañeros hacia el libro he de decir lo siguiente. Muchos acusan al libro de ser demasiado denso, incluso tedioso, vamos de decir en veinte páginas algo que se puede decir en un párrafo. Pero es esto lo que eleva a Galdós sobre los demás escritores. La calidad con la que describe Galdós es difícilmente igualable y casi imposible de superar. También han sido criticados los personajes, en especial Genara y Salvador. Ante las acusaciones, en especial de Patines y Tom Hematoma, de que Genara está enamorada de los guerrilleros y es algo tonta yo he de decir que no. Ella está enamorada de Salvador pero le pide a Carlos que lo mate en un momento de cólera y humillación. Y en tanto a Salvador, no es un chaquetero. Sólo cambia de parecer cuando la persona que más ama en el mundo le pregunta si es un guerrillero y entonces el amor vence a la lealtad.
En definitiva, yo he disfrutado del libro y estoy seguro de que todos hemos disfrutado un poco, más o menos.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Perséfone y Orfeo

Las lágrimas inundaban sus ojos y corrían como perlas grises, llenas de tristeza y dolor por sus mejillas. Perséfone, reina de los infiernos y esposa del todopoderoso dios Hades lloraba amargamente. Recordaba el día en el que fue arrebatada de los brazos de sus madre.
Caminaban tranquilamente por un florido campo en un precioso y soleado día de primavera. La felicidad llenaba su alma hasta el último rincón, cuando de repente se abrió un gran agujero en el suelo. De él salió el dios Hades, el omnipotente rey de los infiernos. Sus sola presencia desprendía angustia y miedo a los que estaban cerca de él. Con un rápido movimiento arrebató a Perséfone de los brazos de su madre y se la llevó al inframundo.
Desde entonces Perséfone estaba condenada a permanecer allí, en aquel lugubre lugar, morada del miedo y la pena. El único momento cuando Perséfone podía volver al mundo de los vivos era en primavera, cuando las flores resucitaban y podía sentir los cálidos abrazos de su madre. Volvió a la realidad.
Estaba sentada en su gélido trono, con el rey Hades a su lado, impasible. Entonces entró en la estancia un hombre que parecía bienintencionado y sereno. Era Orfeo, el mejor músico de todos los tiempos. Su expresión mostraba un inmenso dolor.
-Hades-imploró-, rey de los Infiernos, os suplico que me devolváis a mi amada Eurícide, que como sabéis murió por culpa de una picadura de serpiente en un desgraciado día.
Y empezó a tocar su lira. Aquellos sonidos fueron los más bonitos que Perséfone oyó nunca. Hasta el mismísimo Hades sintió algo que no había sentido nunca: pena. Y entonces su pétreo corazón y dejo entrar en él compasión por aquel pobre hombre. No tuvo otro remedio que dejarlo marchar con Eurícide. Perséfone al ver esto sintió gran alegría. Vio como Orfeo se marchaba. No debía mirar atrás hasta que llegase al mundo exterior o Eurícide volvería al Inframundo.
Perséfone permaneció sentada en su gélido trono, esperando a que Orfeo saliese al mundo exterior. Pero entonces vio que Eurícide volvía a bajar a los infiernos. Orfeo había mirado atrás y por tanto Eurícide tenía que volver al Inframundo.
Ya no sintió nada, ni pena, ni tristeza... nada. Tantas desgracias la habían impasible. Su corazón se había vuelto de piedra.