Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único. Así decía Agatha Christie la mejor escritora de novela policíaca del siglo XX, que nos hace disfrutar tanto con el misterio.

miércoles, 22 de febrero de 2012

El Cuervo

The Raven
Edgar Allan Poe
El Cuervo

-¿Criatura del Infierno!, sal de mi habitación, vete de mi vida.
El cuervo seguía allí arrogantemente posado sobre el busto de Pallas. El silencio era sepulcral y sólo e vio roto cuando el cuervo dijo:
-Nunca más.
Pero mejor empezaré desde el principio para explicar lo que ocurrió aquel aciago día de Diciembre.

Estaba yo sentado en el salón de mi mansión leyendo tristemente un libro muy antiguo, cuando oí como si alguien llamase a la puerta. Sentí como se me aceleró el corazón repentinamente y el miedo se apoderó de mí como un fantasma silencioso. Corrí hacia la puerta para abrir, tomé aliento y abrí de par en par. Oscuridad tan solo y nada más.
Cerré la puerta con aun mayor miedo en el cuerpo que antes. Volví a oír llamar esta vez con mayor fuerza y por un momento me pareció que el corazón se me salía del pecho. Gotas de sudor frío me empezaron a caer por la frente y por un momento pensé que perdería el conocimiento.
-Es la ventana, seguro-balbucí en un vano intento para tranquilizarme.
Fui a la ventana y pude ver la brillante luna llena alumbrando todo el bosque. De repente al abrir entró un cuervo majestuoso. Antes de que pudiese darme cuenta se había posado sobre el busto de Pallas encima de la puerta y allí se quedó completamente inmóvil.
Me reí del cuervo pues que daño me podía hacer un insignificante pájaro negro, pero éste me sorprendió aun más al decir:
-Nunca más.
Me quedé sorprendido mirándolo, poseído por la incredulidad. Me giré como bien pude y observé el rostro de Leonor en pintura. Empecé a sollozar al verla en el cuadro, pues se había ido y no volvería nunca más. Dijo el cuervo:
-Nunca más.
Y aquí ocurrió lo que narré antes.
-Maldito seas pájaro demonio, sal de mi habitación y desaparece de mi vida.
-Nunca más-respondió altanero el cuervo.
Noté como la ira me trepó por todo el cuerpo y me llegó a la cabeza. Mi cerebro se encendió en cólera como la más caliente de las hogueras. Aquel enviado del mismísimo Lucifer era el ser más insolente y despreciable que había conocido.
-Cuervo vete de aquí o te mataré con mis propias manos-advertí en tono amenazante.
-Nunca más-respondió más insolente que nunca y eso fue la gota que colmó el vaso.
Me lancé furioso sobre el cuervo, pero éste hábilmente escapó de entré mis manos y salió revoloteando rápidamente. Lancé otra acometida y esta vez el cuervo salió malherido, pero seguía volando. Estaba completamente agotado y empecé a lanzarle libros. Cada vez que los esquivaba decía plutónicamente:
-Nunca más, nunca más, nunca más...
Me desplomé completamente exhausto sobre el suelo de madera, sin fuerza y ya sin ganas de vivir. En cambio el cuervo seguía allí posado con aire triunfante sobre el busto de Pallas Atenea, que inmóvil veía mi imagen muerta sobre la madera. Pues yo ya no me levantaría ¡Nunca más!

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